Creo que soy la única especie del mundo que todavía mira con curiosidad el buzón de casa. Se trata de un pequeño ritual que no puedo evitar seguir sea la hora que sea: estar de vuelta, asomarme por su diminuta rendija, intentar enganchar algo con mis dedos retorcidos, y finalmente tener que utilizar la llave como hacen el resto de los vecinos, los normales y corrientes.
Cada día siento un imparable cosquilleo en ese momento, aunque sepa que sólo me habrá escrito Telepizza y el siempre fiel Club Vips, aunque tú ya no me escribas desde hace años, aunque el 90% de mi correspondencia sean facturas, y a pesar de que ahora lo que esté de moda sean los emails.
¿Sabes? Estoy deseando cancelar todas mis cuentas de correo electrónico y que sólo se pueda contactar conmigo por cartas (de las de verdad)
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