El 2009 ha sido como uno de esos zumos concentrados de 250 ml, en los que parece mentira que quepan tres peras dos manzanas y una calabaza, y es que ha traído muchas cosas feas, demasiadas para atreverse a meterlas en un sólo año. Todavía nos llevará algún tiempo olvidar y rehacer nuestras vidas con todos los cambios que nos han impuesto, con todos los clinex que ahora nos faltan... Sin embargo hay historias que no se comentan por la calle, sucesos que no salen en los periódicos teniendo, a mi modo de ver, importancia internacional, hay datos que se escapan a la actualidad de cada día porque desentonarían con el resto de contenidos de los telediarios. Me refiero a esas noticias que cada vez escasean más como la de conocer una nueva amiga, y a mí eso, entre aventuras y sobretodo desventuras, también me ha pasado en el 2009. Mar, en menos de 12 meses ha pasado de ser una desconocida a ocupar la mitad de mis fotos del día. Paradojas del destino, nos conocimos en una de las peores etapas de nuestros entonces 24 años, y ella con su magia transformó todo en risas; porque en nuestras charlas con Damien de fondo, en nuestras cenas con crema de orujo de postre, y en nuestras noches con resaca de cierre, en realidad, recuerdo muy pocas lágrimas, y eso sólo lo puede hacer alguien con poderes mágicos.

No sé por debajo de cuántas escaleras habremos pasado, ni cuántas camisetas amarillas nos habremos puesto medio dormidas para salir a escena, no me dí cuenta de que las tijeras se quedaban abiertas en mi costurero por la noche, ni vi la sal por el suelo todos los días que debió caerse, pero lo que sí sé es que este año ha tenido muchos más martes y trece de lo que pueden soportar mis 50 kg y mi espalda llena de contracturas...Gracias Mar por vivirlos conmigo.

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